El rastro digital que dejamos en nuestros dispositivos. ¿Hay privacidad en la web? Parece que no, «nada es privado».
Esto se le puso de manifiesto a más 267 millones de usuarios de Facebook con el escándalo protagonizado por la red social y Cambridge Analítica. Pero hay buenas noticias si quieres privacidad: sí, la puedes conseguir, y tanto Facebook como Google cada vez son más conscientes de las demandas de los internautas y de la responsabilidad social que tienen. Si queremos privacidad la podemos encontrar, aunque deberemos bucear en la configuración de sus plataformas.
¿Por qué el Sr. Zuckerberg, CEO de Facebook, ha tenido que pagar una multa millonaria y ser interrogado en el Congreso de EEUU y en la EU? Cambridge Analytica, una empresa de análisis de datos, tuvo acceso no autorizado a los datos personales de millones de clientes de Facebook. ¿Cómo recopilo la empresa Cambridge Analytica los datos? Fácil, lazando un concurso donde se hacía un test de personalidad por la aplicación Facebook (con el consentimiento de esta). 270,000 usuarios completaron ese test, y la empresa tuvo vía libre a la información privada y sensible de estos y la de sus amigos. Todos desconocían que se trataba de más que un simple test de personalidad. Fueron utilizados como conejillos de indias, ya que obtuvieron mensajes emocionales basados en sus perfiles psicológicos.
Pero tuvieron un pequeño fallo: ¿Informaron a los usuarios que recopilaban sus datos y los de sus amigos? La respuesta es: No. Cambridge Analytica no lo hizo. Facebook tenía como política que los datos recopilados no podían ser vendidos ni compilados. Cambridge Analytica obtuvo de forma legal estos datos “cedidos por Facebook”, aunque quizás de una forma no tan ética. La filtración de datos personales alcanzó a más de 50 millones de personas (los usuarios que contestaron el test y sus amigos). Al tener conocimiento, Facebook exigió que se borraran los datos, pero Cambridge Analytica no lo hizo.
En concreto, los datos se utilizaron para influir en la campaña electoral de Donald Trump en 2016, tras conocer los diferentes perfiles psicológicos de los usuarios y, de esta forma, mandar mensajes con el contenido, tema y tono personalizado a los votantes.
Facebook tuvo que pagar una multa de 4.400 millones de euros. Millones de usuarios cerraron sus cuentas de Facebook y Zuckerberg pidió disculpas y prometió mejorar. La responsabilidad social le salió cara en términos de reputación e imagen, y muchos usuarios cerraron sus cuentas.
Facebook ha actualizado sus términos y condiciones generales, con la intención de ser más trasparentes, simplificando el lenguaje y facilitando la eliminación de los datos de sus cuentas si alguien quiere darse de baja. El problema, como puede verse, es utilizar información privada y “manipular” de forma intencionada lo que se ve o lee cuando uno navega en internet y esto es lo grave: bombardear a los internautas con mensajes y videos basados en sus personalidades, e inclinar la balanza a favor de lo que la empresa quiera trasmitir, proporcionando una visión sesgada.
Debemos ser conscientes del rastro digital que dejamos en nuestros dispositivos y la importancia de la privacidad.
Y es que el servicio de una casa conoce todas las intimidades de lo que pasa en ella. En la actualidad, también utilizamos los servicios de las nuevas asistentes de voz tecnológicas como son Alexa y Siri. Ambas nos ayudan en tareas que puede hacer internet. Ambas saben muchísimo y mejoran por medio de un sistema de auto-aprendizaje que incluyen. Y como es el caso de mayordomos o personas de servicio, pueden saber más de lo que uno quisiera.
Google ha afirmado que un 0.2% de las conversaciones son escuchadas por personas (los micrófonos están abiertos), y sabemos que es para mejorar el servicio, algo que no ponemos en duda que sea así. El gigante tecnológico defiende que, al procesar una solicitud a google, esta es registrado y, por medio de inteligencia artificial, las maquinas van aprendiendo. El objetivo es mejorar el reconocimiento de voz. Es por ello que el servicio va mejorando. Pero al igual que a quien conoce las intimidades de una casa se le exige su reserva y, por supuesto, que no se utilice para otros fines, el problema es que los audios pueden llegar a manos de personas que tengan intereses propios. Se trata de información sensible y privada por lo que, qué menos que pedir permiso, si se recopila o se va a hacer uso de ella.
Así pues, no nos debe sorprender cuando buscas un vuelo para visitar Roma y durante mucho tiempo te salen ofertas de vuelos y hoteles en Roma. Pero, si ya has ido, ¿por qué no te mandan mejor vuelos a sitios parecidos? O cuando has hablado con una amiga sobre restaurantes vegetarianos y seguidamente te aparecen anuncios en tu móvil sobre estos restaurantes. ¿Están pinchando tus llamadas? En Marketing, es importante conocer exactamente a los consumidores ya que ayuda a llegar a ellos de forma efectiva. El conocimiento es poder.
Las empresas, a través de nuestros datos, obtienen información y conocimientos de gran alcance. Algunos expertos en tecnología se atreven a ir más allá y tienen la certeza de que pueden predecir con un 80% de éxito quién se va a separar, quién busca novio/a, qué quieres cenar hoy, incluso antes de que lo sepamos nosotros mismos. Y todo porque tienen acceso a nuestros datos.
Las empresas recogen grandes cantidades de datos sobre cada persona que navega en internet, y la almacenan en nuestros ordenadores para recuperarla con cada nueva conexión mediante las denominadas cookies. En este caso las empresas desconocen el usuario de internet. Las búsquedas en internet, las visitas a las páginas y nuestro comportamiento cuando navegamos es grabado por las empresas para definir un perfil predefinido y ofrecer publicidad más personalizada. La mayoría somos conscientes de que aceptamos estas cookies a cambio de obtener información gratuita en internet. Nada es gratis. Tenemos información a cambio de darles permiso a las empresas de que sepan cómo navegamos. Hasta aquí muy bien. No tenemos nada que esconder al fin y al cabo, ¿no?
A diferencia de otras empresas que rastrean nuestras cookies, Google y Facebook saben mucho más de nosotros ya que nos piden datos como nuestro nombre, nuestra edad, si somos hombre o mujer para abrirnos una cuenta… El conocimiento que tienen los gigantes tecnológicos como son Google y Facebook no lo tienen las empresas que “solo” tienen acceso a las cookies.
Muchas empresas como Netflix, Fnac, La casa del libro trabajan bien con la información que les damos ya que nos sugieren productos adaptados a nuestros gustos. La casa del libro, sabe que prefiero novela histórica y biografías y eso es lo que me recomienda. Mandarme anuncios sobre novelas de amor sería una pérdida de tiempo.
Entonces, ¿cuál es el problema que podemos tener? ¡Nuestra privacidad! Y el análisis no ético de alguna información sensible. Los datos que damos, nuestros mensajes, las fotos que compartimos o a las que damos “me gusta”, y que esta información sea utilizada para actividades de las cuales nosotros no tenemos conocimiento, o que de forma intencionada no se nos comunica.
Gloria Aznar Fernández-Montesinos
Coordinadora de Relaciones Internacionales
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