Y ahora, ¿Qué estudio?

1 de julio de 2019

Las posibilidades educativas que ofrecen las universidades son cada vez mayores y más variadas. En este mar de titulaciones es importante plantearse detenidamente y por las razones adecuadas qué estudiar.

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    Elegir bien es muy importante, y hay decisiones fundamentales en nuestra vida que requieren una buena elección. El problema es que no podemos leer el futuro, y por eso, elegir es difícil. Pero uno puede seguir
    ciertas pautas y consejos a la hora de tomar una decisión, dependiendo del tema sobre el que se elige.

    Según esta noticia en El País, aproximadamente una tercera parte de los estudiantes universitarios
    de grado abandonan sus estudios. Estos abandonos se dan más en carreras de humanidades y en las universidad públicas. Respecto a las carreras de humanidades, la razón parece estar en que se matriculan muchos estudiantes que querían hacer estudios diferentes a los matriculados, pero no han dado la nota de corte necesaria. Por otra parte, el abandono en las universidad públicas, mayor que en las privadas, se encuentra en el hecho de que estas últimas, al ser más pequeñas, realizan un seguimiento más cercano e individual de los alumno ofreciendo ayuda cuando lo necesita, y reorientando sus estudios si fuera necesario.

    Esto nos reafirma en la idea de la importancia de elegir bien los estudios, y no matricularse simplemente en un grado o master porque está de moda. Es cierto que estudios punteros, que se adentran en las últimas técnicas o el conocimiento reciente, son estudios con cierta garantía de éxito. Pero eso es diferente a “estar de moda,” a estudiar algo porque un actor famoso, o una persona conocida por televisión, lo ha estudiado o recomendado.

    ¿Qué podemos hacer para elegir bien? Es prácticamente imposible saber si una decisión tomada es mejor que otra que hubiéramos podido tomar, pero al menos podemos intentar que las decisiones que tomemos no nos lleven al fracaso, o a pasar unos años arrepentidos de aquello que decidimos sin darle muchas vueltas. A continuación expongo algunas ideas personales que creo importantes a la hora de decidir correctamente qué estudios (de grado o posgrado) vamos realizar.

    1. ¿Me gusta? En primer lugar, es importante que los estudios sean sobre algo que nos gusta. Piensa que los estudios, aunque no condicionan de por vida (más adelante sobre eso), para la mayoría de la gente serán determinantes en la búsqueda de su primer trabajo, y pasará los primeros años de su vida laboral en tareas relacionadas con los estudios (en una situación ideal, que es bastante frecuente). Si odias las matemáticas, ¿qué sentido tiene hacerse analista de datos, por muchas salidas laborales que tenga?

    2. ¿Se me da bien? No basta que me guste, tengo que tener ciertas habilidades para ello. Cierto que el esfuerzo (algo fundamental a la hora de estudiar) compensa, y las horas de estudio puede hacer suplir otras carencias. Pero si entender una ecuación de segundo grado es algo muy complejo para ti, deberías pensar si una carrera de ciencias es lo tuyo. Sin duda éste es un ejemplo extremo, elegido para hacer más claro lo que quiero decir. Pero no está de más pararse un poco a evaluar las distintas capacidades de uno, para no meterse en unos años que, por falta de habilidades básicas, se van a hacer más complejos (y muchas veces, más largos) de lo que deberían.

    3. ¿Tiene salidas laborales? Dentro de que lo mejor es estudiar algo que nos gusta, y que se nos da relativamente bien, si uno se encuentra con varios estudios de grado que cumplen dichas condiciones, quizás no esté mal pensar sobre las salidas laborales. Cierto que un grado no garantiza un trabajo, pero también es cierto que determinadas áreas de conocimiento tienen más oferta laboral que otras.

    4. ¿Qué hay acerca de los robots? Relacionado con el tema anterior, dados los cambios tan profundos y rápidos que los robots (mejor dicho, la Inteligencia Artificial) están introduciendo en nuestras vidas, deberíamos pensar un poco en las oportunidades y problemas que estos cambios plantean, puesto que los estudios son la puerta al mundo laboral.

    Cada día se habla más de la automatización de los trabajos, a niveles que no habíamos visto hace unos pocos años. Ciertos trabajos ya han sido automatizados de una manera extensa desde hace mucho tiempo, como la agricultura (un tractor hace el trabajo de muchas personas),
    las cadenas de producción de automóviles o incluso la preparación de paquetes en Amazon.
    En otras áreas, la inteligencia artificial está realizando labores que hasta ahora eran dominio de las personas, como en el terreno legal, médico, o de servicios (los coches sin conductor son un serios problema para el sector del taxi, por ejemplo).

    Esta sustitución de personas por máquinas es un reto, que tiene dos vertientes: habrá trabajos que desaparezcan, tal y como los conocemos hoy en día, y otros nuevos que se crearán, trabajos de los que no hemos oído hablar todavía. Cada poco se puede leer una noticia sobre estos nuevos trabajos, pero a la hora de elegir, ahora, es difícil, si no imposible, hacerlo sobre algo que no sabemos cómo va a ser. No tiene sentido elegir un trabajo que no existe.

    Pero sí se puede pensar en grandes áreas donde las oportunidades futuras serán mayores, como la informática o el análisis de datos. O la filosofía y la ética: compañías tecnológicas están contratando a personas con formación en humanidades para resolver problemas nuevos planteados por la existencia de máquinas en actividades en las que, hasta hace poco, era imposible pensar que las máquinas las realizarían.

    ¿Cómo se programa un coche automático para que decida qué hacer ante una situación crítica, donde se puede poner en peligro la vida de personas, ya sean los ocupantes del coche, o los peatones en el área?

    Estos problemas necesitarán de trabajadores con conocimientos amplios, que sepan lo que es la inteligencia artificial y, al mismo tiempo, hayan estudiado seriamente cuestiones de comportamiento humano.

    5. ¿Lo hace mucha gente? Esto quizás no sea tan fundamental, pero está relacionado con el punto anterior (a más gente, más dificultad en encontrar trabajo). Y los estudios un poco más minoritarios son una manera de diferenciarse. Es la razón por la que los estudiantes buscan complementar estudios de ADE con otro grado, o algo distintivo; porque ADE es un grado cursado por mucha gente, y hace falta diferenciarse.

    6. ¿Un doble grado? Parece que los dobles grados están muy de moda, en las áreas de humanidades, ciencias sociales, e incluso ciencias puras. En el caso de ADE, por ejemplo, la demanda de dobles grado (ADE con…) viene fuertemente condicionada por esa necesidad de hacer algo que nos diferencie de los demás. Pero uno debe plantearse si es necesario hacer siempre un doble grado. Hay grados difíciles, como las ingenierías, que quizás por sí solas bastan. Hay grados novedosos y no fáciles, como el estudio de datos para los negocios, que a lo mejor no necesitan el complemento de un doble grado, porque ya tienen suficiente carácter diferenciador.

    Un doble grado debería ampliar no solamente los conocimiento y, sino también los puntos de vista sobre la actividad humana. Por supuesto que dobles grados de estudios muy diferentes llevan muchos años de trabajo en la universidad, y es algo que hay que pensar seriamente. Pero un doble grado en dos áreas relacionadas, y que nos amplíe los horizontes, es una buena opción.

    7. Hacer una buena elección es una buena manera de comenzar la vida universitaria. Pero eso no quiere decir que uno deba preocuparse hasta perder el sueño. A los 18, años seguramente te parecerá que elegir los estudios es algo tan fundamental que no te puedes equivocar. Pero uno siempre puede adaptarse y cambiar. Es frecuente no tener claro qué hacer al entrar en la universidad, pero eso no debe traumatizarnos, porque si por algo nos caracterizamos los seres humanos es por la capacidad de
    aprender y adaptarnos. Carly Fiorina, la directora ejecutiva de Hewlett-Packard de 1999 a 2005, estudió Historia en Stanford. Seguro que no fue una elección equivocada, y cuando lo necesitó, supo cambiar a otra área en la que destacó sobradamente.

    Elegir es importante, hay que hacerlo con cierta calma e inteligencia, uno se puede (y debe) adaptar a circunstancia cambiantes, para garantizar que uno siempre da lo mejor de sí mismo, y está a gusto con lo que hace.

    ¡Buena suerte!

     

    Pablo Arés Gastesi

    Es Director del Grado de Inteligencia de Negocios.

    Universidad CEU San Pablo
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