Día mundial del teatro

27 de marzo de 2021

En el Día Mundial del Teatro recordamos los numerosos beneficios que esta disciplina artística aporta a la formación de nuestros estudiantes.

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                                          masks 310474 640 png Día mundial del teatro

    En el Día Mundial del Teatro, que celebramos cada 27 de marzo desde que fue instaurado por el Instituto Internacional del Teatro en 1962, queremos recordar los numerosos beneficios que esta disciplina artística tiene en la formación de nuestros estudiantes.

    La integración del teatro en las escuelas se empezó a vislumbrar ya en la época medieval, como bien documenta Alonso Asenjo (2010).

    Durante los siglos XIV y XV surgen las comedias humanísticas, obras dramáticas compuestas por profesores o estudiantes universitarios que pretendían imitar los modelos clásicos latinos de Plauto y Terencio. Sin embargo, el hecho de no conocer la manera en que se representaban la mayoría de estas obras favoreció la lectura individual o colectiva. A finales del siglo XIV se empieza a gestar un movimiento de renovación socio-religiosa: los Hermanos de la Vida común, un eco de la corriente humanista conocida como “Devoción moderna” procedente de los Países Bajos, que propuso una nueva pedagogía basada en la participación activa de los estudiantes dejando a un lado el antiguo método de memorización.

    La práctica que serviría de preámbulo del teatro educativo fueron los coloquios o diálogos escolares, iniciada en el siglo XV y desarrollada a lo largo del siglo XVI en los círculos humanistas y en la Compañía de Jesús. Consistía en la dramatización de fragmentos dialogados para la enseñanza del latín, bien sobre temas que interesaran a los estudiantes, bien con el fin de reformar ciertos aspectos sociales o religiosos en el caso de Erasmo o con intención doctrinal, como ocurre en los Dialogi sacri de Castellión, donde se aprovecha como excusa la enseñanza del latín a través de escenas bíblicas.

    Ya en el siglo XVII dominado por el barroco, el teatro adquirió un prestigio poco usual hasta entonces y amplió su función más allá de la enseñanza del latín. Se otorgó un mayor protagonismo a la lengua romance y se apostó por representar obras de autores españoles en lugar de recurrir a los clásicos latinos para la formación de los estudiantes.

    En los albores del siglo XX, la idea de crear un teatro ambulante pronto cristalizó en el proyecto “Teatro y Coro del Pueblo”, formado por estudiantes universitarios y promovido por Alejandro Casona.

    De modo paralelo pero con objetivos diferentes nació La Barraca, iniciativa teatral de un grupo de estudiantes de la Unión Federal de Estudiantes Hispanos (UFEH). Como explica Huerta Calvo (2012: minuto 3:40 a 4:30), parece ser que muchos de los integrantes de la UFEH habían asistido a una conferencia de Pedro Salinas, por entonces catedrático de la Universidad Central, en la que animaba a los estudiantes a imitar la tendencia que se había empezado a desarrollar en universidades de Francia e Inglaterra para crear aulas de teatro. Así, en el segundo congreso de la UFEH, celebrado a finales de 1931, surgió la idea de crear ese grupo y decidieron ponerse bajo la dirección y la batuta de Federico García Lorca, al que conocían por su vínculo con la Residencia de Estudiantes y Eduardo Ugarte.

    De acuerdo con Sáenz de la Calzada, las Misiones Pedagógicas y La Barraca se pueden considerar los postreros frutos de la acción que la Institución Libre de Enseñanza llevó a cabo en España (1976: 46).

    Aun en tiempos de pandemia, el teatro puede ser, en este sentido, una herramienta muy útil en las aulas, pues como percibieron en su momento Muñoz, Díez e Izquierdo (1998, 1: 5) los talleres de teatro contribuían entre los alumnos a conocerse mejor, desarrollar su creatividad, fomentar la convivencia, integrarse en el grupo, desarrollar la seguridad en sí mismos, aumentar su autoestima, respetar a los demás, desinhibirse, disfrutar individual y colectivamente, ser protagonistas de su proceso madurativo o mejorar su expresión oral y corporal. Por todo ello, requiere una mayor integración en el currículo, más allá de los contenidos impartidos en la asignatura de Lengua castellana y Literatura.

                                                                                                                      Tibisay López García

    Referencias bibliográficas:

    Alonso Asenjo, J. (2010). Bases y despegue del teatro como instrumento educativo en la Edad Moderna. TeatrEsco 4, 29-62.

    Huerta Calvo, J. (21 de julio de 2012). García Lorca y La Barraca, el renacer del Siglo de Oro (Audio en podcast). Documentos RNE, minuto 3:40 a 4:30. Recuperado el 9 de mayo, 2015 de http://www.rtve.es/alacarta/audios/documentos-rne/111008-documentos-barraca-2011-10-03t12-25-58930/1218155/?pais=ES

    Muñoz, I., Díez, S., & Izquierdo, J.J. (1998). Talleres de teatro en Educación Secundaria, 4 vols. Madrid: Narcea.

    Sáenz de la Calzada, L. (1976). «La Barraca»: teatro universitario. Madrid: Revista de Occidente.

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