En un contexto tan excepcional como el que estamos atravesando, caracterizado por una intensa inquietud social originada por la incidencia del coronavirus en todo el mundo y, aunque gracias a Dios, en progresivo descenso de contagios, nos proponemos revisar, analizar y profundizar las principales normas educativas de los últimos tiempos como reflejo de una sociedad sometida a profundas alteraciones y que se sitúa en el umbral de un nuevo cambio legislativo en materia de educación para dar respuesta a las demandas y necesidades en la construcción de un sistema educativo sólido, con valores y principios consolidados y con una ley que proporcione seguridad jurídica, estabilidad en el tiempo, una base firme para la educación de las generaciones venideras, y que cuente, por encima de todo, con la formación integral de la persona.
Por otro lado, no debemos olvidar que, tal y como indica el texto completo de la LOE con las modificaciones de la LOMLOE (2019), la concepción de la educación ha sido una constante y se ha entendido como instrumento de mejora de la condición humana y de la vida colectiva, aunque no siempre esa aspiración se haya convertido en realidad y, además, debemos percibirla no solo como una mera transmisión de conocimientos, sino también como búsqueda y consolidación de actitudes, del desarrollo de principios, valores éticos y morales que contribuyan y desemboquen hacia la plenitud de la persona.
En los primeros años del siglo XX, el desafío en materia de educación consistió en conseguir que la educación fuera ampliamente generalizada, apelando al principio de IGUALDAD que no de LIBERTAD, y además que se ofreciera en unas condiciones de calidad, con la exigencia además de que tal beneficio alcanzase a todos los ciudadanos, pero, actualmente ¿en qué momento estamos?
Toda ley educativa debe albergar y centrar su atención en atender las necesidades actuales de la Comunidad en este sector y satisfacer las carencias heredadas de leyes anteriores, por lo que, y con este objetivo, la actual ley de educación debería estar diseñada, se supone, para satisfacer los cambios promovidos e incumplidos por la LOMCE y, para dar solución a estas cuestiones ha orientado sus planteamientos hacia las antiguas leyes LOE (de hace 20 años) y la LODE (de 35). Se trata, en definitiva, de la vieja estrategia de “la reforma de la reforma” y con ello poca innovación, exigua transformación y preparación de un sistema educativo que debe afrontar los actuales y futuros retos de una educación cada vez más cambiante. Supone, en definitiva, un enfoque de la educación totalmente ideológico que desplazada a un lado el interés general de la Comunidad educativa.
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