Por otro lado, no debemos olvidar que, tal y como indica el texto completo de la LOE con las modificaciones de la LOMLOE (2019), la concepción de la educación ha sido una constante y se ha entendido como instrumento de mejora de la condición humana y de la vida colectiva, aunque no siempre esa aspiración se haya convertido en realidad y, además, debemos percibirla no solo como una mera transmisión de conocimientos, sino también como búsqueda y consolidación de actitudes, del desarrollo de principios, valores éticos y morales que contribuyan y desemboquen hacia la plenitud de la persona.
En los primeros años del siglo XX, el desafío en materia de educación consistió en conseguir que la educación fuera ampliamente generalizada, apelando al principio de IGUALDAD que no de LIBERTAD, y además que se ofreciera en unas condiciones de calidad, con la exigencia además de que tal beneficio alcanzase a todos los ciudadanos, pero, actualmente ¿en qué momento estamos?
Toda ley educativa debe albergar y centrar su atención en atender las necesidades actuales de la Comunidad en este sector y satisfacer las carencias heredadas de leyes anteriores, por lo que, y con este objetivo, la actual ley de educación debería estar diseñada, se supone, para satisfacer los cambios promovidos e incumplidos por la LOMCE y, para dar solución a estas cuestiones ha orientado sus planteamientos hacia las antiguas leyes LOE (de hace 20 años) y la LODE (de 35). Se trata, en definitiva, de la vieja estrategia de “la reforma de la reforma” y con ello poca innovación, exigua transformación y preparación de un sistema educativo que debe afrontar los actuales y futuros retos de una educación cada vez más cambiante. Supone, en definitiva, un enfoque de la educación totalmente ideológico que desplazada a un lado el interés general de la Comunidad educativa.